6 de mayo de 2012

El terror de Fidel a que Chávez lo abandone

La Razón / ND

El terror de Fidel a que Chávez lo abandone
Manuel Malaver
6 Mayo, 2012

No pudo resultar más desesperada la amenaza de Fidel Castro al
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el sentido de que si no
aceptaba el fraude o el autogolpe que tiene pautado el chavismo para
eternizarse en el poder en Venezuela, sería responsable del "baño de
sangre" que presuntamente seguiría a la intentona.

opinan los foristas

Confesión, tanto más sorprendente, cuanto que procede de un anciano y
destartalado dictador, pero por eso mismo, mas ávido de la sangre sin la
cual siempre se le hizo difícil respirar al vampiro caribeño, pero que
deja un aviso que no debe ser pasado por alto por las fuerzas
democráticas nacionales e internacionales: Castro podría estar incitando
a los sectores más radicales del chavismo a no acatar los resultados
adversos que los esperan en las elecciones presidenciales del 7 de
octubre próximo, y a echar por la borda cualquier remilgo democrático,
el más mínimo apego a la Constitución nacional y al orden jurídico
global con el cual pretendió que se le tomara como un movimiento
defensor del estado de derecho y de la legalidad regional e
internacional que lo sustenta.

En otras palabras, que en la amenaza de Castro al presidente Obama no
puede esconderse sino la decisión de reconvertir a la Venezuela chavista
en un estado forajido y al margen de la Ley, dispuesto a empuñar las
armas y disparar contra su propio pueblo, tal perpetró en Libia el
defenestrado Muamar Gaddafi antes de perder vida y poder, y ejecuta día
y noche en Siria, con crueldad sin límites, el asesino en masa, Bashar
Al-Assad.

Debemos reconocer, no obstante, que no habiendo sido formulada tan
monstruosa declaración por autoridad legítima venezolana alguna, como
podrían ser el presidente de la República, Hugo Chávez, el Canciller,
Nicolás Maduro, el Presidente de Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, o
el ministro de la Defensa, Henry Rangel Silva, cabría preguntarse si,
más que ante una declaración oficial del gobierno de Venezuela, no
estamos frente a otra incitación al odio, al derramamiento de sangre y a
la muerte de un anciano delirante que comprende que, sin la gigantesca y
masiva ayuda chavista, el socialismo stalinista cubano estilo Castro
moriría para siempre y se apresura a provocar una guerra civil entre
venezolanos, pero no para salvar al chavismo, sino al castrismo
moribundo y en putrefacción.

Se deduce del fracaso del modelo con el que los hermanos Castro
pretenden perpetuar la dictadura comunista, pero no renunciando o
reformando sus rasgos más repugnantes y aterradores, sino reforzándolos,
y permitiendo una suerte de capitalismo bastardo, que no solo no oxigena
la libertad y la democracia, sino que las asfixia.

Las cárceles siempre abiertas para los disidentes, la represión contra
las heroicas "Damas de Blanco", la penalización del ejercicio de la
libertad de expresión y el control absoluto del conjunto de las
actividades ciudadanas y de la sociedad civil, demuestran hasta el
hartazgo que las llamadas reformas "raulistas" no son otra cosa que más
de lo mismo.

Un sistema parasitario, en fin, especialmente apto para disecar los
mecanismos de producción y distribución de riquezas y que solo sobrevive
por la voracidad e instrumentalidad de socios que quieran usarlos como
mercenarios en sus políticas, bien de expansión, bien de represión.

Recordemos que los Castro se hicieron expertos en esta clase de
clientelismo durante los 30 años en que fueron socios privilegiados del
Imperio Soviético actuando como su brazo armado en África y América
latina y ahora, ya adentrándose en el siglo XXI, secundando a Hugo
Chávez, desde que asumió el poder hace 14 años, en el establecimiento en
Venezuela y Suramérica del totalitarismo marxista que yacía enterrado
bajo los escombros del Muro Berlín.

Por estas aficiones los hermanos Castro pudieron emplearse en su
actividad favorita, la guerra, mientras recibían enormes subsidios en
energía, alimentos, medicinas, armamento, calzado, ropa, equipos para la
infraestructura básica y de servicios, que hicieron de Cuba una sociedad
improductiva pero guerrera, de socialismo militar tipo prusiano y que
con el señuelo de las ayudas sociales tenían injerencia y presencia en
cuantos países subdesarrollados y del Tercer Mundo se propusieran.

Modelo de dependencia perfecta que tenía un solo punto débil: que el
país, gobierno o sistema dador, subsidiador o financiador colapsara y
desapareciera.

Experiencia traumática, devastadora y terminal que vivieron los hermanos
Castro a comienzos de los años 90 cuando el "Imperio Soviético" colapsó
y dio lugar a una serie de reformas precapitalistas para aliviar su
maltrecha y absolutamente ineficiente economía, hasta que en febrero del
98, como caído del cielo y con la cabeza rebosante de anacronías,
simplezas y de un marxismo escolar, el teniente coronel, Hugo Chávez,
asumió la presidencia de Venezuela y se dio a reconstruir lo que la
historia y los pueblos de Europa del Este y de la exURSS, habían deshecho.

Es una relación de interdependencia en la cual la Venezuela rica y
disfrutando de un ciclo alcista de los precios del petróleo que no
termina, subsidia a la vetusta economía cubana en todo o casi todo y
recibe a cambio una supuesta ayuda social que se publicita para
justificar el ingente subsidio que reciben los Castro de Chávez (unos 5
millones de dólares diarios), mientras se oculta la asistencia en
entrenamiento militar, mejoramiento de los servicios de inteligencia y
represión policial y la organización de grupos civiles armados de
resistencia que serían en los que está pensando Castro, el mayor, cuando
habla del "baño de sangre".

En otras palabras, que otra vez el maridaje perfecto, la combinación
dorada, el parasitismo de nunca acabar, hasta que un día de junio del
año pasado, no la historia, ni los pueblos venezolano y cubano, sino la
biología que es más impredecible que unos y otros, anunció a Fidel y
Raúl que debían ir pensando en otro socio, porque Chávez había sido
diagnosticado con cáncer.

Imposible describir la lucha heroica sostenida durante el último año por
los dos ancianos cubanos, y su hijo y heredero venezolano, pues en la
recuperación de Chávez, no solo está en juego la sobrevivencia del
último gobierno de la historia marxista residual, sino de la monarquía
dinástica de los Castro en Cuba, que ya han decidido, según fuentes
cercanas a los disidentes de la isla, que sea, Alejandro, el hijo mayor
de Fidel, quien suceda a Raúl.

O sea, un Kim Jong-un cualquiera, el nuevo presidente de Corea del Norte
que es hijo del anterior presidente, Kim Jong-ill y nieto del fundador,
Kim Il Sung.

"¿Quién es ese muchacho tan joven que siempre está a tu lado y luce tan
informado en todo?" cuentan que le preguntó el presidente colombiano,
Juan Manuel Santos, a Raúl Castro, en su última visita a Cuba hace un mes.

"Humm" contestó el viejo zorro "Es Alejandro, el hijo mayor de Fidel, un
muchacho con un gran futuro político.

Claro, siempre y cuando Chávez sobreviva al cáncer que lo mina, o su
sucesor logre ganar las elecciones presidenciales del 7 de octubre próximo.

Si no sucede una cosa u otra (parece decirse el vetusto vampiro
caribeño), hay que irse de fraude o de autogolpe, pues cualquier cosa
podría soportar un caudillo que se hizo viejo esperando tener una
colonia rica y a su mandar: que se la quiten de las fauces.

http://www.noticierodigital.com/2012/05/91692/

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