10 de junio de 2012

Cuba y los cubanos que están ahí

Publicado el domingo, 06.10.12
CRONICA DE DOMINGO

Cuba y los cubanos que están ahí
Raúl Rivero

Muchos amigos europeos que siguen la actualidad de la vida cubana suelen
tener ataques de sorpresas, extrañeza o desconcierto cuando saben que
algunas figuras (cubanos o extranjeros) del mundo político, académico,
empresarial y artístico que visitan ese país, entran y salen sin pasar
siquiera por la puerta de las casas vigiladas de los opositores
pacíficos, las Damas de Blanco, los periodistas independientes y los
activistas de base que trabajan por los derechos humanos.

Parece que no hay tiempo –no lo tuvo ni el Papa Benedicto XVI, que se
sabe el número del celular de Dios y mantiene relaciones directas con la
eternidad– para tenderle una mano y escuchar a los presos políticos,
José Daniel Ferrer, Librado Linares, Pedro Arguelles Morán, Iván
Hernández Carillo, Félix Navarro y Ángel Moya, por ejemplo, unos hombres
que después de cumplir nueve años de prisión renunciaron a salir al
destierro y prefirieron mantenerse en su país, discretos y firmes.

Desde la perspectiva de un verdadero demócrata (y los amigos de quienes
les hablo se vanaglorian de serlo) es inconcebible que alguien bien
intencionado, coherente, con información y comprometido con la libertad
de los seres humanos, haga un viaje a la Isla del Caribe para oír en
silencio el discurso oficial.

No se admite tampoco que se dispongan a aceptar como un designio del
destino, una fatalidad histórica, las facetas sombrías que lo asaltan en
las calles y los caminos como si las cifras abstractas de la miseria que
llevan en los apuntes de sus agendas tomaran vida, voz, temperaturas y
comenzaran a invadir el escenario.

Es difícil creer por estos lares que el miedo se contagie de esa manera
súbita o que se pueda llevar en las maletas oculto en los nudos de las
corbatas y en los yugos de las camisas blancas. Se supone que esa fiebre
de indolencia actúe como una corriente de comodidad y oportunismo para
dejar, sin demasiados complejos de culpa, con la palabra en la boca a
los hombres y mujeres que de una manera consciente, en sus papeles de
legítimos testimoniantes, pueden ayudar a darle el color y el contorno
definitivo de la realidad que se quería conocer.

Para quienes lleven en esas excursiones programas reales de progreso y
avances de la democracia no se trata de simples gestos de cortesía o de
educación elemental. La ausencia de contactos y cercanías con los que
trabajan acosados allá adentro, sin antifaces ni seudónimos, tiene una
carga discriminatoria y esquiva que produce una radiografía instantánea
y escandalosa de los propósitos del viajero.

Esas distancias con la oposición y con todos sus signos de desobediencia
enseñan, además, un desdén peligroso por la geografía natural del cambio
y por las vidas, los conflictos y los sueños de quienes los van a
protagonizar.

http://www.elnuevoherald.com/2012/06/10/1223979/raul-rivero-cuba-y-los-cubanos.html

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