21 de junio de 2012

Experiencias de un refugiado

Experiencias de un refugiado
[21-06-2012]
Julio César Gálvez
Preso de Conciencia de la Causa de los 75

(www.miscelaneasdecuba.net).- Una rápida mirada a los medios
informativos de todo el mundo, nos dice que los temas más destacados del
día son los mismos de ayer y de hace una semana. Pocos son los que
resaltan la celebración del Día Mundial del Refugiado, uno de los más
acuciantes problemas actuales, al igual que la crisis del agua – algo
vital para la vida –, y la financiera, con gran destaque sobre Grecia,
Italia, y muy especialmente España.

Las nubes del destierro tienen un doble dolor. Estar en la tierra de
tus ancestros a merced "del sálvese quien pueda", laceran las heridas,
ante la obligación de salir de la Patria oprimida y sojuzgada desde hace
más de cincuenta años.

No lo puedo evitar, siempre la tengo presente en mi pensamiento. Asoma
en cada flor que veo en medio del camino y resuena en cada trino que
brota en los verdes parajes que me rodean, cuyos aromas me traen a la
memoria el conuco, donde sudaba la camisa de sol a sol, mi difunto
abuelo gallego. Me imagino, sentado en el muro del malecón de La Habana,
contemplando el mar, mientras las olas rompen furiosas contra los
arrecifes, y el azul turquí que delinea el horizonte, allá, a lo lejos,
se difumina y me siento nadando en medio del gran océano como un tritón
mitológico de las inmensas profundidades. Sueños trasnochados ante la
lejanía.

Acá se extraña, desde lo más profundo del corazón todo a lo que estamos
acostumbrados y habituados. Los buenos días del vecino cómplice con tus
ideas, que te espera con ansías a la puerta de su casa mientras te pone
al tanto de los últimos acontecimientos del momento, y ese buchito
mañanero, mitad chícharo mitad café, acabado de colar, brindado con
complaciente amor por Micaela, la negra santera de los altos, quien te
confiesa a todo pulmón: ¡Eto etá malo mi güijo! Son cosas que algún día
podré descifrar. ¡Cuánto desearía disipar las tinieblas que me envuelven
y poder transformarlas en un manantial de luz que brote en el firmamento!

El viaje hasta llegar aquí fue algo interminable. No había otra opción.
Pensé que se quedaba la mitad de mi vida cuando vi que se perdía la
larga figura de tierra firme definitivamente. Miraba a través de la
ventanilla del avión y sólo veía un cielo que no era cielo. De hecho no
era el mismo azul del cielo que yo conozco, había algo raro en el,
incluso hasta en la luz de las estrellas. Algo que nunca antes había
contemplado. No los conocía, todo me era ajeno.

Pero a pesar de todo, no sé, pero encontraba una similitud entre nuestro
mundo, el que dejaba atrás y éste donde me encontraba, sentado en un
avión que volaba hacía lo desconocido. Hoy reconozco que fue mi primer
sentimiento como desterrado. Algo que es complejo, difícil y traumático
poder sacar desde lo más profundo de nuestro ser interior y que
significa una experiencia inolvidable.
Al llegar nos alojaron en el Hostal Welcome – nombre divorciado de la
realidad – donde compartimos el almuerzo y parte de nuestras vidas,
después de más de siete años de obligada separación, con la familia,
nuestros hermanos de lucha, antes de seguir desandando el camino que nos
trazaron al llegar.

Acá siempre hay muchas cosas de que hablar, que contar. Anécdotas de
hechos reales, vividos por uno mismo o por cualquiera de los que nos
vimos obligados a convivir, enclaustrados entre rejas, el día a día de
nuestra injusta condena, sus horrores y miserias, donde conocimos los
temblores del espíritu y el sudor helado y pegajoso de la cercana
muerte. En la cárcel los hombres se tornan duros, inconmovibles,
insensibles.

Los duros rigores de la prisión afectan a los seres humanos que solo
piensan en si mismo en primer lugar. Nunca imaginé que fuera así. Ser un
refugiado es mucho peor. Solo tiene la ventaja que no estás detrás de
las rejas y convives con tu familia los nuevos avatares que la vida te
impone.

Pero nos sobrepusimos a todo eso y mucho más, sobre todo a los fallidos
intentos del régimen que desgobierna a nuestra Patria por tratar de
doblegar nuestra dignidad y nuestras ideas. Creo que fueron pocos los
que en un momento dado no echó su rezo a las alturas por salir ileso de
esta prueba para continuar nuestra lucha por la democracia y el respeto
a la dignidad humana.

Solidaridad es una palabra que resuena insistentemente en los últimos
tiempos en boca de muchas personas que se pasean por las calles de este
mundo. Algo necesario e imprescindible en la vida de todo refugiado, no
importan las causas que lo llevaron al destierro. Pero es algo más que
una simple palabra o una mano tendida como saludo. Es el poder compartir
ideas, criterios y hasta un pedazo de pan viejo con otro ser humano. De
carne y hueso, colérico o gruñón, afable o dialogador, con sus virtudes
y defectos como todo mortal.

Es que te permitan sentirte renovado como ser humano, como persona,
saber que estas vivo y formas parte de este mundo. Esas son las
múltiples muestras brindadas por el pueblo español, especialmente por
los madrileños, o por la mano amiga de algún compatriota cubano desde
cualquier parte del mundo, en todo momento, desde nuestro arribo a
Madrid. Gracias a muchos de ellos es que mi familia tiene algo con que
vestirnos y calzarnos. Llegamos sin nada y tenemos mucho. Hemos ganado
amigos verdaderos y hemos aprendido algo nuevo cada día de la naturaleza
humana.

El ejercicio de la democracia es un deber que no todos los seres humanos
saben cumplimentar a cabalidad. Es una obligación que todos los
gobiernos incumplen y que cuando me acerco a los dos años de destierro
en suelo español, podemos asegurar que acá muchas cosas fallan también.
Estamos aprendiendo a vivir en libertad y democracia. Es necesario
interiorizarlo para poder ponerlo en práctica en nuestra vida actual y
futura. Forma parte del " manual de aprendizaje " que todo refugiado
tiene que aprender y que se transmite oralmente de uno a otro, no
importa su nacionalidad.

Sólo aspiro a rehacer mi vida mientras trato de insertarme en la
sociedad para aportar al bien de los demás, pero para eso es necesario
tener estabilidad, un lugar donde residir y que se cumpla lo prometido
con los prisioneros de conciencia cubanos actualmente en suelo español.
Una cuenta moral aún pendiente de pagar por quienes se beneficiaron de
nuestro destierro. Tiempo al tiempo. Nadie se va de este mundo sin
saldar las deudas que tiene por liquidar. Por lo pronto este 20 de
junio, Día Mundial de los Refugiados, aunque sean pocos los que se
acuerden de quienes nos hemos visto obligados a marchar hacia otros
lares, respiro, tengo para contar mi experiencia como desterrado
político en España y dar gracias por los sueños y la vida.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=36288

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